Mientras el verano se despide
Se terminan las vacaciones y entre el verde de las hojas de los árboles se asoman ya los tintes amarillentos y ocres que anuncian el otoño. Los días son un poco más cortos, pero el brillo dorado del sol al atardecer parece mucho más dulce que en el mes de junio, como si la conciencia de lo escaso del tiempo que queda añadiera una luz especial a cada minuto. Sentada en el jardín recuerdo muchos años pasados, cuando la casa estaba llena de gente, de niños, de risas o de gritos. Y me pregunto adónde van los recuerdos que olvidamos y qué mecanismos operan en nuestra memoria no sólo para seleccionar lo que se queda en ella sino de qué modo se queda. Es el segundo verano que he pasado en la casa de mis padres sin la presencia (física) de mi madre y, en cierto modo, ha sido mucho más difícil que el primero. De repente -o así me lo ha parecido a mí, que tal vez no he querido darme cuenta antes- he tenido que enfrentarme a la realidad de que su muerte ha supuesto la desaparición de otros vínc