El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos


Cantaba hace ya unos cuanto años Mercedes Sosa y entonces me producía una melancolía del futuro, porque imaginaba cómo sería sentirse de ese modo a cierta edad de la vida.

Hoy resulta que el futuro ya me ha alcanzado y la melancolía es ahora la del pasado. 

Hace unos meses murió una tía de la que tengo recuerdos de infancia muy alegres y hace unos días la madre de mi mejor amigo del colegio, de una época en la que los maestros viajaban por los pueblos y vivían en bloques de casas "de maestros", en las que.la distancia de las familias respectivas impulsaba una convivencia más cercana entre los compañeros de trabajo y sus hijos.

Cada vez que se muere alguien que ha sido importante en nuestra vida, una parte de esa vida que desaparece, porque ya no hay nadie que pueda compartir su recuerdo con nosotros. Y nos preguntamos si hemos dedicado suficiente tiempo a esas personas, si hemos estado ahí cuando nos necesitaban...

La vida es eso que ocurre mientras estamos demasiado "ocupados" para ocuparnos de las personas y a estas alturas de la mía, cada vez estoy más convencida de que nada es más importante que quienes están a tu alrededor.

No tiene sentido desperdiciar el tiempo de nuestra vida  -que cada día es más corto para cada uno de nosotros- en debates estériles o en competiciones sin sentido. No es posible gustar a todo el mundo y ni siquiera es posible gustar siempre a las mismas personas.

Así que hay que priorizar: disfrutar de la familia, ver crecer a los hijos, leer buenos libros, mantener a los amigos de verdad, escuchar buena música y hacer lo mejor posible un trabajo que pueda servir a otros. 

Y si nuestro comportamiento no es bien interpretado, pues paciencia. Y si el comportamiento de otras personas nos duele, pues perdón. Y, siempre, buena voluntad.

Un poema de Juan del Encina y una música de vihuela de la misma época, de Luis de Narváez., porque el tiempo pasa, pero la belleza y la bondad permanecen.

Las cosas que deseamos...

Las cosas que deseamos
tarda o nunca las habemos,
y las que menos queremos
más presto las alcanzamos.

Porque fortuna desvía
aquello que nos aplace,
mas lo que pesar nos hace
ella mesma nos lo guía:
así por lo que penamos
alcanzar no lo podemos,
y lo que menos queremos
muy más presto lo alcanzamos.





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