Lo que vale tu palabra (I)

3 de junio de 2014

Promesas del Este

Parece difícil estos días escribir, en España, de algo que no sean los resultados electorales de las pasadas elecciones europeas o la abdicación del Rey y el debate sobre el régimen político y el cambio constitucional.

Así que, aunque me da un poco de pereza, me pongo con lo primero: merece la pena analizar tanta chorrada acumulada. 

Respecto de las elecciones generales, la caída del PP y del PSOE no me sorprende (creo que a nadie), pero el ascenso del "fenómeno" Podemos me parece un indicador tristísimo de miseria intelectual.

Que haya tantos compatriotas que creen que la crisis ha sido culpa enteramente "de otros" (banqueros, ricos, políticos, empresarios...) y que su solución es un Estado intervencionista al estilo Venezuela, sin responsabilidad individual, sin iniciativa privada, sin seguridad jurídica, sin separación de poderes, que proporcionará una paga a todo ciudadano, que garantizará la "dignidad existencial", después de proceder a una "auditoría pública de la deuda" y a la nacionalización de empresas o bienes de producción, me espanta.

No se trata de que desde el punto de vista económico esto resulte ser un disparate, aunque lo diga un profesor de Universidad, ("humilde portavoz" del colectivo) y ahí están los países comunistas. Se trata de algo infinitamente más grave: se trata de que un número importante de ciudadanos no quieren ser ciudadanos. Es decir: no quieren ser adultos y responsables de sí mismos. No quieren ejercer su libertad día a día y asumir las consecuencias de la misma sin más limitaciones que la libertad de los demás. 

Quieren que su libertad se reduzca a votar para que el Estado, con su voto, se ocupe de toda su vida: decida por él, le subvencione la supervivencia, le proporcione consignas ideológicas para tranquilizar su conciencia y le libre así del insoportable peso de ser un individuo, para acogerse al cómodo abrigo del "pueblo", al tranquilizador envoltorio de "la gente".

Si de verdad alguien piensa que la vía de regeneración democrática, cada día más necesaria en España, pasa por las propuestas de este partido, sólo me queda recordar los versos de Quevedo "Miré los muros de la patria mía.." por más que la patria de cada uno no deje de ser el fruto de una casualidad y no la unidad de destino en lo universal que predican los nacionalistas.

Esas promesas engañosas, que conducen a la frustración cuando no se cumplen y a la miseria cuando lo hacen, me han traído a la memoria la película de la que he tomado prestado el título: una obra que merece la pena ver.

Y por cierto: ¿cómo se llama que cobrar 8.000 € al mes por trabajar como europarlamentario deba ser ilegal y cobrar 800 € al mes por no hacer nada sea un logro social?

Comentarios

Entradas populares de este blog

Letanía de Nuestro Señor Don Quijote

Software libre y pasteles gratis

Quien no habla bien no piensa bien.