La financiación autonómica y los números irracionales

7 de octubre de 2013

Los números irracionales no se llaman así porque resulten incomprensibles o ajenos a la razón. Se llaman irracionales por contraposición a los números racionales, cuyo nombre se deriva de la palabra latina "ratio", cálculo o proporción.

Es decir, un número racional es aquél que puede expresarse como el cociente de dos números naturales r=m/n (n distinto de cero) y un número irracional es el que no admite semejante expresión.

Esta mañana, después de escuchar en la televisión que el 60% de los españoles adultos tiene problemas de comprensión lingüística y de destreza matemática, y que en consecuencia tiene dificultades para entender una oferta turística, una factura o el prospecto de un medicamento, me he quedado un rato cavilando sobre la cantidad de cosas que explica esa información. 

En primer lugar, si suponemos que nuestros dirigentes están afectados por esa dolencia en los mismos porcentajes que el conjunto de los españoles, cosa razonable estadísticamente hablando, nuestra crisis económica a lo mejor tiene un componente añadido a la especulación inmobiliaria, a la influencia de los mercados globales y a la torticera gestión bancaria y de extraordinaria importancia puesto que no se ha diseñado ningún plan de acción para combatirlo: la incapacidad matemática de la mayoría de esos dirigentes (no sólo políticos sino gestores de lo público en el sentido más amplio del término), que les impide comprender un balance, establecer un presupuesto y cuadrar unas cuentas. Aplicar, en fin, el principio de que no es posible gastar más de lo que se tiene y que un crédito, por definición, siempre obliga a devolver más dinero del que se ha pedido.


En segundo lugar, y sobre la misma hipótesis, permite hacerse una idea de la clase de "razonamiento" que hay detrás de esos modelos de financiación autonómica que proliferan últimamente y, según los cuales, parece posible conseguir que todos "los territorios" paguen menos que la media y reciban más que la media, sin que, además ninguno pague más de lo que recibe y sin que se rompa la cacareada "solidaridad entre territorios". Está claro que hay toda una colección de mastuerzos que creen no ya en la existencia de números irracionales, sino en la irracionalidad de las matemáticas en su conjunto y, por tanto, no ven mayor problema en resolver la cuadratura del círculo. 

La única pega de toda esta ignorancia matemática es que la pagamos los ciudadanos; y digo yo ¿no sería mejor examinar de matemáticas y lengua (¡ay! ¡las cuatro reglas!) a los dirigentes públicos antes de permitirles tomar posesión de sus cargos?

Hoy una pieza de Vivaldi, "La tempesta di mare", RV 253, de su obra "Il cimento dell'armonia e dell'invenzione", para recordar a todos que el cimiento de la educación son la matemáticas y el lenguaje.




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