Pensando en nuestros padres al comenzar el año

4 enero 2014

El comienzo de año es una fecha propicia a los buenos propósitos: ponerse en forma, aprender inglés, cambiar de trabajo... del mismo modo que el final de año es proclive al examen de conciencia y a la reflexión sobre el período que finaliza.

Yo no soy una excepción y, de hecho, se trata de un ritual que practico a conciencia cada año, convencida de que aunque no pueda cumplir todos mis propósitos, el hecho de reflexionar y hacerlos es un primer paso para mejorar. Y tampoco me importa que haya propósitos que se repiten en mi lista todos los años... ¡la vida es una carrera de fondo!

Pero este año se ha colado tanto en mi examen de conciencia como en mis propósitos una realidad profundamente triste que hasta ahora no había visto de cerca y ya se sabe que ojos que no ven...corazón que no siente.

Varios conocidos tienen a sus padres, madres o ambos, con una avanzada edad y una salud mental deteriorada y en estas fechas de reuniones, nostalgia, recuerdos y celebraciones parece que los esfuerzos y sacrificios que conlleva cuidar de ellos resultan imposibles de sobrellevar. 

He oído muchas quejas, sin duda fundadas, sobre los trastornos de la vida cotidiana que genera una persona que olvida la hora que es, que no recuerda si comió, que se levanta a deshora, que no quiere estar sola pero que, al mismo tiempo, se niega a vivir en otra casa que no sea la suya, que en ocasiones no reconoce a quienes le cuidan o reacciona con violencia frente a ellos. 

Por supuesto, si he oído las quejas es porque estos conocidos, a pesar de ellas, cuidan de esos padres, en algunos casos con una total falta de colaboración por parte del resto de la familia. Por tanto lo que estos días me ha impresionado no es la falta de cuidados. 

Lo que me ha entristecido es lo corta que resulta ser nuestra memoria para con nuestros padres: cuando sostenemos en brazos a nuestros hijos de unos meses y nos emocionamos ante la mirada de absoluta confianza que nos dirigen ¿no deberíamos recordar que esa misma ternura y los mismos desvelos que les dedicamos a ellos los tuvieron nuestros padres con nosotros? cuando nuestros padres nos despiertan a deshora ¿no podemos pensar que a deshora se levantaron ellos para atendernos o consolarnos? cuando olvidan las cosas ¿no deberíamos tener presente que nuestras primeras enseñanzas se las debemos a ellos?

Sé que la crianza de los hijos, que resulta en ocasiones extenuante, tiene siempre un horizonte de progreso, de mejora, de avances que, en el caso de los ancianos no existe. Pero, ¿acaso creemos que nosotros no envejeceremos? ¿pensamos que no necesitaremos del calor y del afecto de nuestros hijos? y ¿qué clase de ejemplo les damos si somos incapaces de devolver a nuestros padres no sólo los cuidados físicos, sino, sobre todo, el amor que de ellos recibimos?

Tratemos de recordar siempre que fuimos niños en brazos de nuestros padres para mirarles con el mismo cariño y respeto con el que lo hacíamos entonces. Tal vez ellos no recuerden, pero seguro que sienten.

Y en estas fechas y con estas reflexiones, un fragmento del Mesías de Haendel, el coro "Un niño nos ha nacido", por el "English Baroque Soloists" y el "Monteverdi Choir", bajo la dirección de sir John Eliot Gardiner. Espero que os guste tanto como a mí.





Comentarios

  1. Me has recordado este video (por si lo has visto ya, es el del padre griego y el gorrión): http://www.youtube.com/watch?v=2kpLDkWg5DA

    A veces me pregunto si la poca paciencia que a veces mostramos con nuestros mayores no es sino nuestro propio miedo al paso del tiempo. A pesar de que es lo único seguro en la vida.

    Así que gracias por el post porque estas son las cosas que todos sabemos en el fondo, pero que a veces nos resulta cómodo olvidar. Feliz año!

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  2. Totalmente de acuerdo con tu reflexion Lucia, estos mismos comentarios hago yo a mis amigos que se encuentran en la situacion de cuidado de sus padres. Acordaros que alguna vez nos dedicaron su tiempo y que nuestros hijos deberan hacer lo mismo con nostros, pero tambien hay que cocienciar a nuestros hijos.
    un abrazo,victoria

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  3. La sensibilidad que muestras en este post, tus reflexiones llenas de sabiduría y esa forma tan directa de expresarte, la verdad es que me impresionan y emocionan. Lucia, no nos conocemos más que virtualmente, pero realmente me encantaría conocerte algún día. Gracias por escribir estas cosas.

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LEC

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